martes, 16 de diciembre de 2008

Ha vuelto



Quiero hablarles de este personaje que ven en la fotografía. Su presencia en mi vida data de los primeros días en que me mudé al campo, aunque ya le había oído en noches tranquilas de verano, cuando aún no sabía asociar su voz a su cara. Gallo carbonero, me dijeron. Pero jamás había oído ese nombre, la verdad, de modo que lo acepté sin mucha discusión pensando que sin duda se trataba de algún catalanismo.


Es bonito y soberbio, capaz de hazañas tremendas, como cazar un zorro; y eso que su tamaño no da idea de tanta fuerza. Pero si se trata de alimentar a su familia nada se le pone por delante.


Lo que me recuerda a Zapatero, alias José Luis Rodríguez, no sé si me siguen. Y no sólo a él, también a Angela Merkel, a Nicolas Sarkozy y el invisible Brown, Nosécuantos Brown, como 007.


En el New York Times he leído un sencillo pero premonitorio articulito de economía, el tema de moda, en el que predice que Freulein Nein (Angela Merkel, pronunciar "anguela", please) se va a arrepentir de su empeño luterano (la cursiva es mía) de no soltar ni un euro más a la salvación de Europa ni de San Blas, si se tercia. Es verdad que Alemania. el motor de Oigopa, ha gastado mucho en ayudar aquí y allá -y a España le echa algunas culpas de ello- pero, ah, amigo, Europa sigue en peligro y lo que te rondaré, morena. Se jacta el comentarista (creo que se trata de Paul Krugen) es de que a los USA les irá mejor simplemente porque habrá una acción unitaria y fuerte con Obama.


Claro. Otro gallo nos cantara a los europeos si en vez de mil jergas latinas y otras tantas sajonas, aquí se hablara el mismo idioma. Al articulista le parece que, para cuando la señora Merkel sepa el tamaño del error de su gobierno en esta afrontación de la crisis será tarde.


¡Dios mio! Mein Gott! Tarde, ¿para qué? Mira que a mí no me gustan las adivinanzas con cosas tan serias, ¿eh, Krugen? Lo que sí estña claro desde hace algún tiempo, es que en Europa se ha decretado la estrategia llamada SQP, Sálvese Quien Pueda. Y así nos va.

domingo, 7 de diciembre de 2008

"¡Muera el Borbón!"

El distinguido diputado por ERC, Joan Tardá, ha puesto en escena un espectáculo digno de risa, cuando, frente a un grupo de jóvenes activos de Esquerra Republicana de Catalunya que quemaban un gran libro de cartón titulado "Constitución Española", ha leído un incendiario discurso en un catalán ininteligble que ha rematado con un vociferio, más que un grito, de "¡Viva la República, muera el Borbón!". Todo esto, para celebrar el Día de la Constitución, hoy, 6 de diciembre. Luego ha dicho eso tan conocido de "donde digo Diego dije dudo"... etc. al verse criticado por todo el mundo. Cuesta mantener la palabra; cuesta tener agallas. Sobre todo le cuesta a Tardá, cuyo aspecto recuerda el de un panadero del XVII, refunfuñón y malencarado.
Viene bien este episodio para comentar que según una reciente encuesta, el 72 % de los catalanes está a disgusto con sus políticos. No solamente con los que gobiernan, sino con todos sus políticos en general. ¡El 72 por ciento! Tres cuartas partes de los ciudadadnos de Cataluña está hasta la coronilla de sus próceres y no creo que sea solamente por lo que gastan en costumizar sus coches oficiales o sus oficinitas pimpinelas donde no alcanzan a resolver los problemas de la gente corriente. Por algo más será, digo yo. Quizá tenga algo que ver el reportaje del colega de The Economist, que tantas heridas ha provocado que los inquietos jóvenes de ERC ya han sacado una página para denostar a la prestigiosa revista y a su escritor "anticatalán". ¡Qué hartazgo señores! ¡Qué penoso aburrimiento! Y, mientras tanto, resulta visible a todos que la buena de Cataluña pierde trenes, oportunidades de crecer y ocasiones de modernizarse realmente y no sólo de boquilla. Es una injusticia histórica para Cataluña que los responsables hayan permitido que cuatro gamberros, auténticos "hooligans" de la política, mangoneen a su placer el patrimonio de todos los catalanes. Y de paso, toquen las naricillas al resto de los habitantes de esta España concienzuda y con más paciencia que el Santo Job.
Que venga el Capitán Trueno cuanto antes, o no va a quedar aquí ni el apuntador, proclamo.