viernes, 27 de marzo de 2009

José Agustín Goytisolo, diez años


(Foto: M. Sáez)
Hace diez años me sorprendió la noticia de la muerte de José Agustín Goytisolo, un día sonriente de primavera, en pleno campo. Fue un aldabonazo en la espalda. No le tocaba todavía y, al principio, a pesar de que afirmaban sin dudarlo que se trataba de un suicidio, yo creí la versión de Ton, su mujer, de que probablemente resbalara mientras arreglaba un desaguisado de la persiana que llevaba tiempo molestándole. Ton lo decía porque le venía bien creerlo, supongo. Yo también lo creí. Los suicidas siempre dejan un rastro de culpa y dolor en los que se quedan sobre el asfalto más tiempo.

Suspendida su vida aquella tarde de marzo, quedó espacio infinito para las lucubraciones. Muerte poética la del suicida, algo dura pero poética. Ofelia flotaba en las aguas rodeada de flores tal como quedó en el cuadro prerrafaelita. A Mishima se le recordará como un guerrero, altivo y bello, en lo alto del edificio desde donde se lanzó al vacío. Hasta el frasco de pastillas rodando por el suelo, debajo de la mano que flota fuera de la cama sugiere una muerte poética. El ser humano busca desesperadamente poesía en la muerte porque sabe que no tiene ni maldita la gracia.

De JAG quedan poemas de verdad. Fue maltratado por sus contemporáneos: Barral le llamó "Lerroux de la poesía", envidioso como Salieri del poeta gigante frente al aprendiz de poeta que era el editor. Para lo único que sirven estas conmemoraciones es para buscar entre el polvo de la biblioteca y abrir las páginas de algún libro de JAG, regustar los poemas, los más conocidos, en voz alta; los menos, bisbiseando o para los adentros de cada quien.
Leed al poeta. Que no vuelva a morirse. "Porque la vida ya te empuja, como un aullido interminable..."

viernes, 13 de marzo de 2009

lo que Jefferson sabía

Es posible que tengáis que sacar la lupa para leer lo que se engatilla bajo la efigie de Thomas Jefferson pero el gesto merece la pena. Hace 207 años este hombre, que consentía por razones históricas o cualesquiera otras, el régimen de esclavitud para sus trabajadores de Monticello, cultivaba su inteligencia y escribía el resultado de lecturas y meditaciones. No sé por otros lares pero, amigos, por estos españoles les aseguro que cada vez más el pueblo, soberano o no, va cayendo en la cuenta de hasta qué punto esta leyenda a pie de foto acierta en la diana. Y tras la diana, los corazones y las tripas de muchos millones de españoles.
Y duele. Vaya que si duele.

lunes, 2 de marzo de 2009

el principio del fin, ¡ójalá!

Ya estaba pesimista cuando empecé a leer "Rescatar la democracia", de Ignacio Gómez de Liaño (Siruela). Noticias insidiosas diarias sobre el panorama político y social español me van poniendo de mal humor progresivamente hasta que tengo que sentarme a meditar, en plan Sidharta, respirar hondo y pausado, los ojos cerrados, paladeando el placer de estar viva. Cuando terminé de leerlo me pasmaba que los españoles de bien no reaccionáramos contra la mezquindad intrínseca de los nacionalismos por temor a ser tildados de "nacionalistas españoles", el colmo de la sandez. La caverna nacionalista ha sabido aprovechar la alfombra mullida que le ha puesto bajo los pies la democracia española con su ambigua Constitución del 78 al frente. Y han sabido retorcer muy bien el idioma común, sofocándolo con el veneno de la corrección política, ese eufemismo cursi y rebuscado, procedente de los EEUU, que viene a ser el lenguaje de los torticeros y de los hipócritas. Pero las palabras, aunque no maten, apuntan. Y, a veces, con tino de tirador olímpico.
Viene esto a cuento del resultado de las elecciones vascas y gallegas que acaban de dar con las posaderas nacionalistas en la calle, donde hace frío y hay que trabajar. Esto último es un decir. Trabajar, trabajar, trabajan en España los que pueden, los que no han engrosado aún las filas del paro, y lo hacen de 8 a 3 cada día y se llevan curro a casa y cobran lo justo para pagar la hipoteca. ¡Qué demagógico queda esto! ¿Eh? Pero desde hace tiempo, políticos, sindicalistas, asesores, gabineteros de prensa, portavoces, etc., etc, viven del dinerito público y del cuento generalizado en esta España que ha dejado de ser brava, aventurera y corajuda hace muchos lustros. Por eso se agradecen gestos incontenidos como el de Emilio Gutierrez, un guapo vascazo de 30 años que la emprendió a mazazos contra una "Herriko Kaberna", club de reunión de etarras, de su pueblo, harto de que los matones le destrozaran la casa que acababa de construir para casarse y de que esos mismos energúmenos se le rieran en las narices, gozando de su heroica fechoría. Hay que tener en cuenta que ese poblacho, cuyo nombre no recuerdo, ni ganas, está regido ilegalmente por los voceros de ETA. Y que en esas medio aldeas se conocen todos. Ni que decir tiene que Emilio ha tenido que salir por piernas, a refugiarse a alguna parte. Así de linda es la democracia en tierras vascas. Muchos le apoyamos y le ofrecemos nuestra ayuda, por la web.
Del cinco por ciento de nacionalistas que había en España en la Transición, hemos llegado a una situación en la que están mandando en Cataluña y han estado mandando en Galicia y el País Vasco. Que imponen sus condiciones de pedigüeños insaciables gracias a una mala Constitución que, lejos de procurar seguridad al país que quiere constituir, lo desconstituye constantemente con la ayuda del Tribunal Constitucional, desde luego.
¡Oh, por Dios! Pido excusas por este desahogo tan osado e infantil. Tengan la bondad los posibles y amables lectores de disculpar a esta pobre escribana amargada.
Y, ya que he mentado al Altísimo, ¡que Dios reparta suerte!