Notas del Molí del Salt, Vimbodí, desde la campiña que rodea la abadía de Poblet
viernes, 21 de agosto de 2009
Tiempo de vendimia
El calor de este año ha precipitado la vendimia, qué raro, todavía en agosto. Será verdad que estamos ante el cambio de un ciclo por otro, una glaciación que vendrá después de estos calores inmensos. El caso es que las máquinas monstruosas de los campos de Codorniú han comenzado su bronca cantinela nocturna (así la uva no sufre el calor al ser cortada), repasando una vez y luego otra los surcos repeinados de la campiña. Los tractores que se encargan de esa tarea son, como digo, enormes. Aunque raro, puedes encontrarlos en la carretera, de madrugada, cuando regresan de su trabajo. Miden, qué sé yo, cuatro metros de alto o más, y llevan una especie de diabólica dentadura vertical encargada de comerse los racimos para enviarlos a la trituradora. ¡Qué cosas! Me acuerdo de cuando era estudiante y me fui a vendimiar a Alcázar de San Juan, Ciudad Real, con otros amigos. Teníamos 17 años. Los "amos", Mikaela, Miguel y José Luis, el mayor: gente seria de Castilla, de muy buen aspecto campesino, con dinero, nos enseñaron que no valía hincar la rodilla para cortar los racimos, sino que había que doblar el espinazo, quebrar la bisagra, apechugar con la tarea de manera valiente, cantando si es preciso, como hacía una cuadrilla de gitanos que faenaba en un campo cercano: primero, muy alegres, cantaban todas las tonadillas; al mediodía ya sólo les salían resoplidos y algún improperio contra los tábanos. Usábamos navaja curva y recia, de vendimiar. Ahora, cuando van a mano, llevan tijera; no hay color. La navaja requería pericia y maestría que se iba consiguiendo después de un tiempo y unos cuantos callos en las palmas. Mikaela quería casarme con Miguel, su hermano menor. Se ve que le gusté, cualquiera sabe qué pasó por su cabeza. Mi jergón llevaba sábanas, era el único. Y me arropaba por la noche para desearme felices sueños, ante la mirada de pasmo de mis compañeros, hundidos en sus picajosos jergones de paja de maíz.
Pero, un momento: ¿por qué estoy contando esto? Si sólo quería decirles que me resulta melancólico el tiempo de vendimia. La linda uva que cuelga entre pámpanos y sarmientos, sonriendo al sol de la mañana, indiferente a mis cuitas de paseante apresurada, camino de mi molino desde donde les escribo esta carta. Melancolía de los almuerzos, a las diez de la mañana, hambrientos ya por el trabajo empezado a las seis, de torreznos y gachas, de sardinas arenques y pan tierno, de pueblo, rico, rico, rico... Ahora que lo pienso, ni vendimia ni flores: debe de ser melancolía de los 17.
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14 comentarios:
Elvi, qué delicia de narración. Qué ventaja haber estado en esas tierra - terrenos - que describes. Me he deleitado imaginándolos. Cuando os visité los viñedos de Codorniz y los de Torres estaban desnudos, parecían filas de soldados enanos preparados para el ataque.
Qué nostalgia ver ese usado mármol con tan crujientes y frescas uvas!Entonces eran almendras…
Como aguantan el sol los kois del Molino?
http://www.youtube.com/watch?v=xPxDw7ajfGE
Gracias, me. ¿La Codorniz? Esa no tiene viñedos, pero sí viñetas de humor. Hace tiempo que pasó a la historia, though. Codorniú, en realidad, igual significa "codorniz", ahora que pienso (tiendo a hablar antes de pensar; es mi sino).
Esos koi son una belleza; para no hablar del patito con complejo de mamá. ¡Qué gracioso! Los koi del Molí aguantan bien: han sido mimados por los viajeros que han pasado por allí y que han querido alimentarlos con trozos de suculentas naranjas: sus chuches preferida. Les daré recuerdos de tu parte.
Aún quedan almendras. Deliciosas.
CODORNIZ???? Te puedes hacer idea de lo cansada que estaba? Hemos tenido visitas casi toda la semana y una servidora, con la ayuda de ‘un servidor’ nos lo tenemos que hacer todo. Esta noche hago de celestina: son dos amigos recien divorciados y buscando pareja...Creo que tienen bastante en común. Ya les he avisado que después de esta cena me lavo las manos!
Lo tuyo no tiene arreglo, Me. Como no tienes bastante con las pruebas que te coloca la vida (¡!) vas y te buscas más berenjenas entre las que caminar. Porque ya sabes lo difícil que es caminar entre berenjenas sin cortar, ¿no? Y no me vale que coloques muchas berengenas en el suelo y luego te dediques a caminar entre ellas; no es lo mismo. Lo que yo digo es la realidad real; lo lotro es la realidad virtual famosa. Dios santo, en qué berengenal me acabo de meter...
Elvi, que gracia lo del berenjenal, no sabía el significado, nunca se me ocurrió que quería decir 'meterse en un berenjenal'; pero entendía que sería algo serio y difícil!.
Jo, figurate que me hubiera muerto sin saberlo, que perdida de vida. Por qué no nos buscas uno - un berenjenal - y probamos a cruzarlo.
Ay, sigo mirando ese mármol. Ojala tuviera mi cocina una pileta como la que tienes a la derecha!
Vaya, por dios, faltan un par de acentos en los queees...
Eso me pasa por releerme!
No tengo berenjenal, pero tengo plantadas unas calabazas por las que resulta dificilillo caminar, Chiqui. Igual te mando una foto.
Elvi, que bien evocas ese mundo desconocido (para mi)! Fascinante, tanto lo de las maquinas gigantes como esa navaja de vendimia! Sigue contando cosas de tu pasado!
Elvi, se me olvidO enviarte esta cancion de mis 17 (y de mis 59: se canta en todos los partidos de los Red Sox de Boston...). Neil Diamond, para acompanar a Violeta Parra...
http://www.youtube.com/watch?v=WzsUOmqpaeg&feature=related
Gracias Sindieresis bosox por tan bonita grabación de Diamond: resulta curioso ver ahora esos ojos tan juveniles junto al sonido de esa bronca voz, a veces. Un cantante magnífico.
Anda, mira: si aquí se habla del buen vino, un suponé. Me he dejao caer viendo en Chiqui el enlace. Pues, no está mal. Ya vendré otro día.
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