viernes, 3 de diciembre de 2010

Los fríos de Madrid, el calor del metro


Hacía un frío en Madrid de bigotes. El frío era de bigotes, no que Madrid tuviera bigotes esa tarde . Había quedado con mi hija en La Mallorquina, a merendar. Sólo si se es de fuera se puede cometer el error de quedar a merendar en La Mallorquina, ese café de la Puerta del Sol, frente a la salida del metro (o la entrada, según), cercado de vendedoras de lotería de Navidad. Pero yo me considero de fuera, llevo 4 años en el exilio, y quedé ahí.
 Tuvimos que esperar unos minutos a que se vaciara el puente -o sea, el salón de arriba, para mí como el puente de una embarcación- porque aquello estaba de bote en bote. Señoras que empezaban sus compras y señoras que terminaban sus compras; señores barrigudos que acompañaban a las señoras que acababan sus compras, damas solitarias que apuntaban la lista de regalos que tendrían que comprar y así, un largo etcétera, amigos.
Madrid se pone imposible por Navidad, tópico repetido ad livitum: imposible por Navidad. Y, naturalmente, "Navidad" se puede considerar ya este primero de diciembre. Manda carallo, cuando yo era chica ("ya estamos con la manía de regresar a la Prehistoria", oigo murmurar) Navidad empezaba más justo, cuando el clima estaba más en sazón, más ambientao y tal. Ahora, empieza cuando lo deciden los centros comerciales. Manda carallo. Yo, por eso, llevo varias navidades que no gasto un ochavo en Navidad. Es para fastidiar.
 No sé a quién: creo que al sistema, en general. El sistema está resultando bastante defectuoso, con sus crisis financieras, sus devastadoras operaciones especulativas, sus depredaciones varias, su condena a la miseria a masas de personas, su musiquita y su canesú. De modo que lo que en mis años de estudiante ("¡y daaaale!") era la consigna de todo progre que se preciara, hoy se ha vuelto obligación moral de quienes nos vamos dando cuenta, por fin, de qué iba esto, como dijo Gil de Biedma, muy querido por estas páginas.
Como mejor se puede chingar al sistema es dejando de consumir, amigos. No me refiero al pan ni a la leche de soja, ni al té ni a los tomates. Ya saben a qué me refiero: a descubrir el encanto de aquél jersey viejo que nuestra madre nos tejió con lanas recicladas de varios colores, tan chic que puede llegar a ser si una se lo propone; a aprender a apreciar esos zapatos arrugaos que dan calorcillo aunque avergüence un  poco llevarlos a un cóctel o a una vernisage de pintor en el candelabro. Siempre se puede optar por pasar del pintor del candelabro e ir a una expo de, pongamos por caso, Durero, al que ya no le importa cómo lleves los zapatos siempre que estén bien limpios.
Los japos lo llaman wabi shabi, o parecido: aprender a apreciar la belleza de lo viejo, algo roto, imperfecto, arrugadillo. Es asombroso lo que un ser humano puede afinar cuando dedica tiempo y esfuerzo a fijarse en lo que normalmente nos pasa desapercibido: los sonidos del silencio, por ejemplo. Y en ésas andaba yo, una vez despedida de mi retoña, por los pasillos del metro de Madrí, cuando el silencio de mis pasos sin charleta, de mis cavilaciones en medio del gentío apresurao de Sol, suenan unas percusiones molonas, africanas, chulis.






Ahí estaba él, Carlos, tocando su plastifón, un invento propio fabricado con botellas y cacharros de plástico reciclado de diversas formas y tamaños, bien ensamblados en una mesa baja como soporte. Qué sonido más bueno saca de ese amasijo ordenado de bidones. Me lo he traído aquí, después de una pequeña charla con él, de soltarle un luro y de desearle buena suerte. Un tipo que se las arregla para comer cada día en el subsuelo de la ciudad dura y amable que es Madrid.
Buena suerte a todos.

11 comentarios:

coco dijo...

Lo iré a visitar. Y le llevaré leuros.

estrella dijo...

Elvirita, pásame de regalo uno de esos jerséis viejos; el que me dejaste en primavera cuando me pasaba frio en vuestra casona. Por aquí ya hace años que no nos hacemos regalos, sólo a los jubilados y a los que los cuidan (una cesta de productos españoles)

estrella dijo...

Oye, deja de decir chin....o te lavaré la boca con jabón la próxima que nos veamos!

Elvira dijo...

¿Chin...? No lo pillo, Chiqui.

Elvira dijo...

Harás muy bien, coco; no va a decepcionarte. Pensamiento feliz, momento feliz.

Pilo dijo...

Si chingas ad libitum no me extraña que Chiqui te quiera lavar la boca. Ya sabes que la ligereza con las "palabrotas" molesta a algunos, y esa es fuerte para esos algunos, jejeje!
ese latín....si tu eras mejor que yo en latinajos!

Elvira elvirae dijo...

Ay, ay, ay, ay, manita, que ya lo he pillao. Gracias, Piluca. Es que la palabreja es divertida, reconócelo, Chiqui. En cuanto a los latinajeos, Pilo, me temo que siempre fui deficitaria. Podría tirarme el farol de que lomío era el griego, pero ni por ésas. Ad libitum, en efecto. Esas chingonas letras v y b siempre tan juntitas... ¡Uy, perdón! Ya lo hice otra vez.

estrella dijo...

Lo de lavar la boca con jabón es una tradición navideña de esta familia. Creo que mis hijos oyeron a su padre decirles, más de una vez, "si dices eso te voy a lavar la boca con jabón" (cosa aprendida de su madre), pues hasta hoy que ya están en los treinta, nos reprochan que les lavamos la boca con jabón! Cuando lo negamos nos dicen que todavía tienen el sabor en el paladar!
Si la conversación sale a relucir este año, les voy a hacer un batido de vainilla ( con Heno de Pravia) que no lo van a olvidar!

Elvirrelimpia dijo...

Con Heno de Pravia te va a salir batido de té verde, Chiqui; mejor házlo con Nivea (no, ése va a parecer de coco) o con Palmolive (leído tal cual, en español, plis). Yo me lavo los dientes con jabón cuando no tengo ganas de subir a lavármelos con Signal. Siempre se me olvida bajarme un tubito. Creo que le he cogido gusto al jabón.

estrella dijo...

Qué triste Elvi. Hice un gran esfuerzo visual para recordar bien el color del Heno de Pravia; me negué a ir a google!
Estás segura que nunca lo hicieron en color vainilla?
HELP, PLEASE!!!!!

Elvira dijo...

Que no, Chiqui; que es verde. Pero no te fíes de mí. No te fíes de nadie. Mejor, tu memoria.