viernes, 21 de septiembre de 2012

Cosecha (pequeña) de maíz ecológico para palomitas
 El huerto cambia cada día. Después de unas semanas de calor abundante en las que había que regar c asi a diario, bien temprano por la mañana, las nubes le ganan el terreno al sol y preparan el ánimo para el otoño. Animo melancólico como se impone. Cuenta Félix de Azúa, en un articulo influido por su reciente paternidad tardía, que el presente se cubre de ceniza cuando se anhela el pasado como esperanza o vía futura. Sí, parece un galimatías, pero no lo es. Es una descripción de la nostalgia y de la melancolía. Estrenar el mundo, como hace un bebé cuando llega, para enseguida constatar que no era nuevo nada, que todo estaba avejentado por mil guerras y ocho mil miradas previas.
Lanzamiento (simulado) de la primera calabaza turbante del año
Mi huerto es más terrestre, menos  dado a meditaciones filosóficas y dispuesto siempre a ofrecer su mejor cara a quien lo contemple. Ahora, sin disimular su cansancio después del largo y seco verano, el maíz ya está cosechado, las patatas no dieron más que pequeñas chufas para el abono, se malograron las judías verdes sin apenas progresar, pero los tomates han alegrado las ensaladas, por no hablar de las magníficas lechugas maravilla, la rúcula, los rabanitos, las escarolas.Y luego están las calabazas.
Regar el huerto es un rato gratificante de la mañana, cuando hasta los perros están adormilados y los gatos merodean sus platos de comida.El aire es puro, la mañana acaba de estrenarse, es nueva, como el mundo para los recién nacidos. Y hay plazo para respirar hondo, exhalar un suspiro de esos que avergüenzan si se te escapan en público, contemplar el cielo y las nubes tras las montañas y pensar que este nuevo día traerá algo bueno. Entonces, recuerdas que quedaron galletas de cerveza en la caja para desayunar, de modo que limpias las hojas secas de las alcachofas, un poco abandonadas, recompones los palos que sujetan las enredaderas de pepinos, sacas los abortitos de calabacín (demasiada agua en el riego, me temo) y sales pitando, como ahora mismo hago, a desayunarte esas galletas tan ricas. Con té sancha, claro está.

9 comentarios:

estrella dijo...

Elvira, que placer leerte y ver ese patio, y verte a ti (te has cortado el pelo?)
Aunque se hayan malogrado algunos de los frutos de tu trabajo. tus palabras y esa imagen derrochan energía, plenitud…hasta se me está contagiando a mí que ando un poco lela estos días!

Y esas panochas? Deberías hervirlas 15 minutos y comerlas al estilo americano, yo ni les pongo mantequilla, me gustan los sabores puros…Qué envidia!!!

estrella dijo...

El articulo de Azua no tiene desperdicio.

http://www.elboomeran.com/blog/1/blog-de-felix-de-azua/

amalia dijo...

Elvira te admiro el optimismo con que te tomas la venida del otoño. Será la diferencia de latitudes, pero a mí se me estruja el corazón a medida que bajan las temperaturas...
Imperdible el texto de Azúa!

Elvira dijo...

"Bien puede darse que una época sea objetiva o razonablemente nefasta. Da lo mismo. En cuanto se convierta en pasado se esfumarán los ácidos corrosivos, la maldad intrínseca de cada instante, y se adonizará"
Que así sea.

Elvira dijo...

Estrella, las mazorcas son para hacer palomitas. Se rata de unas semillas ecológicas que compré en primavera y me hizo ilusión que hayan granado. Las coceré y te guardaré un buen cucurucho.

Elvi dijo...

Estrella, no es el pelo eso que ves en la foto; es mi gorro de chef.

estrella dijo...

Pues sabes que, creo que el pelo cortito te quedaria bien!

Elvira dijo...

Ya lo hice cuando treintañera. Me alarga la barbilla y la convierte en un tobogán, como me decía Fernando Poblet, un viejo amigo desaparecido.

Elvira dijo...

Ya lo hice cuando treintañera. Me alarga la barbilla y la convierte en un tobogán, como me decía Fernando Poblet, un viejo amigo desaparecido.