domingo, 8 de julio de 2012

Mucho trabajo pendiente en el jardín
(Esta entrada se quedó rezagada sin que lo advirtiera, desde el principio de la primavera; el jardín tiene ahora un aire mucho más respetable. Como tengo sueño, la cuelgo ahora que tiempo habrá de escribir otra)
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Ha hecho calor de verdad hoy. Se respira ya la pólvora del pistoletazo de salida de la primavera. De modo que me he dado una vuelta por el jardín y el resultado es desolador: hay tanto trabajo que no sé por dónde empezar. Si al menos tuviera una buena guadaña como la que le pintan a una de las Parcas famosas.


Daños en la valla
Sopla el viento, el que debe de estar asolando las costas inglesa y francesa, dando a la tarde una sonoridad rara. Me molesta el viento, sobre todo cuando crece a velocidades de vértigo, amenazando el gran ciprés que, a su vez, lleva camino de cargarse la valla. Creo que sólo la sujeta la enorme glicina que la abraza con fuerza. Ha florecido, por cierto, y ya se percibe la fragancia violeta por todo el jardín.


Los gatos han decidido regresar a la prisión. Agazapados en el tronco de la vieja acacia, no se sentían a gusto en medio de la ventolera. Entran a casa y lo primero que hacen es dejarse caer al suelo para revolcarse a placer. Supongo que quieren dejar claro que es suyo. El suelo, y el cuarto y los muebles y la casa. Son los dueños de todo.


Los perros están callados, seguramente duermen la siesta, atados en su caseta de ladrillo y tejas de verdad. La caseta de Waldo y Niebla debe de tener ya más de ochenta años. Ha criado líquenes en el tejado y tiene aire de respetabilidad. 
Creo que he comido demasiadas avellanas. Voy a mover el esqueleto y a trabajar en el jardín.

8 comentarios:

estrella dijo...

Y qué le ha pasado a ese muro? Después de leer esto sólo se me ocurre Quevedo.



Francisco de Quevedo

(1580-1645)


Miré los muros


Miré los muros de la patria mía,
si un tiempo fuertes ya desmoronados
de la carrera de la edad cansados
por quien caduca ya su valentía.

Salíme al campo: vi que el sol bebía
los arroyos del hielo desatados,
y del monte quejosos los ganados
que con sombras hurtó su luz al día.

Entré en mi casa: vi que amancillada
de anciana habitación era despojos,
mi báculo más corvo y menos fuerte.

Vencida de la edad sentí mi espada,
y no hallé cosa en que poner los ojos
que no fuese recuerdo de la muerte.

Elvi dijo...

Qué gigante es Quevedo, ¿habrá alguien más certero que él en expresar los sentimientos del paso del tiempo, de la carrera en la que andamos todos metidos, vertiginosa e ineludible? Te agradezco, Estrella, que hayas traído a este rincón polvoriento, esos versos tan feroces y brillantes.

estrella dijo...

Si que es grande. El otro que me gusta es el de : polvo sera mas polvo enamorado...

Conmovido dijo...

Tanto de lo que escribió el jorodabito conmueve tanto...

M.v. dijo...

De tu artículo en CuartoPoder sobre Esther Tusquets. y
La editorial Lumen por haber sido fundada en Burgos por su tio cura, me hizo rastrear por la red....

Dice algo en su libro de memorias al respecto?

Saludos

editorial Lumen dijo...

Pocas veces habló Esther Tusquets de aquellos oscuros y siniestros orígenes.editorial llamada Ediciones Antisectarias

Anónimo dijo...

Por qué están atados los perros????

Belén

Elvira dijo...

Los perros están atados durante las horas en que los ciclistas pasan a toda carrera cerca de la casa. Tienen la costumbre de correr tras ellos y ladrar como descosidos. Una vez, un ciclista atropelló al pequeño Waldo y le hizo algo de daño. Como el ciclista se cayó al suelo pretendió cobrar 500 euros por el accidente. No queremos más líos. La mayor parte del día, saltan y vuelan y ladran a su antojo. Espero haber satisfecho esa duda, Anónimo.