En menos de veinte minutos, atravesando un delicioso parque de arces de cuyo nombre -maldita sea- me he olvidado, llegamos a su casa. Ding dong, y tras breve espera, allí estaba él. Abrió la puerta mostrando una de sus mejores sonrisas. Dientes blanquísimos, ojos tan claros que parecían de extraterrestre. Neil Armstrong en persona. Una velada inolvidable. Charlar con el hombre que pisó la luna fue casi como estar en ella ( con la de veces que me habían dicho, de niña, que yo andaba siempre por el susodicho satélite terrestre) . ¡Lastima -¿verdad?- que no haya foto de ese encuentro! Tenía 48 años. El; yo, muchos menos.
Notas del Molí del Salt, Vimbodí, desde la campiña que rodea la abadía de Poblet
lunes, 27 de agosto de 2012
En menos de veinte minutos, atravesando un delicioso parque de arces de cuyo nombre -maldita sea- me he olvidado, llegamos a su casa. Ding dong, y tras breve espera, allí estaba él. Abrió la puerta mostrando una de sus mejores sonrisas. Dientes blanquísimos, ojos tan claros que parecían de extraterrestre. Neil Armstrong en persona. Una velada inolvidable. Charlar con el hombre que pisó la luna fue casi como estar en ella ( con la de veces que me habían dicho, de niña, que yo andaba siempre por el susodicho satélite terrestre) . ¡Lastima -¿verdad?- que no haya foto de ese encuentro! Tenía 48 años. El; yo, muchos menos.
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2 comentarios:
Elvira, que suerte! No me habías contado esta historia...Creo que era un encanto, atractivo ya se le ve en las fotos. Qué hacías en su casa?
Tomamos café y bombones. Charlamos. Se interesó por mis estudios y por las cosas de España. Hacía un año que el gobierno de Adolfo Suárez había legalizado el Partido Comunista y se iba a celebrar un referéndum sobre la Constitución. Fue una agradable velada. Y sí; un hombre atractivo.
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