miércoles, 23 de junio de 2010

Largo y cálido verano

Mis queridos queridísimos:
Después de varios días, que casi pasan de una semana, tratando de acabar, conseguí hacerlo: pintar la piscina del Molino. Ha quedado bastabte bonita, de no ser por un churrete blanquecino que ha acabado por asomar, a pesar de que pasé y repasé con un fuerte tono azúl el pugnetero suelo de la cubeta natatoria. Mecachis. Y mira que he penado yo en la piscina de marras.
 En todo caso, comunico a los amables lectores de este blog que el agua está fresquita, demasiado quizás, pero están invitados a darse un chapuzón cuando así lo deséen. Han dejado ya dicho los del tiempo que éste va a ser un verano de órdago. Calentito. Las ranas y yo lo vamos a pasar a remojo, según hemos acordado en el último conciliábulo celebrado ayer tarde, en la gran charca que aparece en la foto-avatar; no en ésta, ya que se trata de la piscina recién pintada, como puede apreciarse.
Ustedes vosotros podeis hacer lo que se os apetezca o venga en gana, que para todos los gustos hay que haber.
Yo, amén del remojo, me he agenciado unos cuantos libros para leer a pierna tendida, como aquellos veranos de la cándida adolescencia en que se iban las horas sin pensar. ¡Qué delicia! Esas tediosas horas de la siesta en que me zampaba las novelas como si fueran galletas de chocolate. Sí, amigos: ese es el lujo y no las horteradas de los malditos ricachones que nos están templando el alma a robo tendido.
A ver si encuentro un artículo que ha escrito un viejo amigo y compañero de las filas universitarias, Pedro García Cuartango, que se deja la piel en El Mundo, mi antiguo presidio, y que tiene un rinconcito al que ha llamado, con tan buen tino, "El tiempo recobrado", ya saben en homenaje a quién. Y quien no lo sepa que lo pregunte que es como se aprende. Y nunca es tarde para aprender y no hay que sentir vergüenza de desconocer algo, por muy importante que parezca. Caray, casi me ahogo.
Sé que a Javier, otro viejo amigo, con quien compartí su casa de Barquillo, en Madrid, le gustan las culebras. Casi capto otra que tomaba el sol sobre la fuente del jardín, placenteramente. La muy víbora se habrá zampado algunos pececillos de colores. Si la logro fotografiar, prometo traerla aquí otra vez.
Por el momento, valete,

Molinerazul.
PD
Como no he logrado enlazar el articulito, os lo he copiado a continuación.

TIEMPO RECOBRADO

Manifiesto contra la crisis

Pedro G. Cuartango
Publicado el Miércoles, 16 de junio de 2010
Levántate y mira cómo cambia de color el cielo al amanecer. Verás una infinita paleta de tonalidades azules que dejan paso a una luz radiante. Observa la sombra deslizarse por la pared como una salamandra perezosa.
Siéntate en un banco del parque más próximo, cierra los ojos y huele la hierba. Deja la mente en blanco y escucha los ecos del pasado que resuenan en tu memoria. Que ellos te lleven donde quieran.
Sube al campanario de una iglesia o al edificio más alto de tu ciudad y grita con fuerza. Siente cómo tus pulmones se quedan vacíos. Contempla el mundo desde la altura. Todo parece más pequeño.
Cuando sople el viento, busca una llanura. Siente su frío cortante en la cara. Mira cómo se desplazan las nubes. Están a merced de las corrientes de aire, al igual que tu vida. Su movilidad es una forma de quietud.
Disfruta de un pan cocido en horno de leña y piensa en la caprichosa geometría de su masa y su corteza. Fíjate bien: es la reproducción a pequeña escala de un universo que se ha expandido desde un soplo original.
Pero nada como una vieja canción italiana de los años 60. Vuelve a escuchar 'Senza fine' y revive las emociones del amor a los 16 años. Tú también -como Gino Paoli- tienes una bala clavada cerca del corazón.
No seas fatalista ni aceptes la crisis como un pretexto para justificar tu pereza. Como ya sabían los griegos, todo lo nuevo nace de las dificultades. Saca lo mejor de ti mismo y aprovecha la tempestad para aprender a navegar con más pericia.
Báñate en las aguas frías de un gran río. Sentirás cómo tus emociones fluyen y se marchan hacia la desembocadura, mientras tu alma se reconforta en la orilla.
Viaja en tren y coge un destino cualquiera. Observa cómo se cruzan las vías y cómo cambia el paisaje. Apéate en una estación al azar y camina como el Lázaro resucitado. Lo importante son los ojos y no lo que vemos.
A los que te hablan del futuro respóndeles con la máxima del Evangelio de que Dios vela por todas sus criaturas.
«Eterno será el verano tuyo. No perderás la gracia, ni la Muerte se jactará de ensombrecer tus pasos cuando crezcas en versos inmortales» ('Soneto XVIII', Shakespeare).
No obstante, lleva el óbolo en el bolsillo por si requieres de los servicios de Caronte. No temas el viaje por la laguna Estigia porque los dioses te protegerán en la travesía.
Mira la estrella Vega que aparece en el cénit a medianoche de junio. Desprende un brillo azulado. Es distinta a todas las demás como las rayas de tu mano. Pero a su lado hay una gigantesca nebulosa invisible.
No intentes desvelar el enigma de los siete puentes de Königsberg. Cruza por ellos y piensa que por allí han pasado Kant y otros muchos sabios.
Ten piedad de tu corazón afligido y olvida las penas porque tú eres mucho más importante que las circunstancias.
Persigue tus sueños. Aprende a volar.

lunes, 14 de junio de 2010

Su Serenidad el Vino

Asistí el viernes pasado a la cuadragésimo cuarta ceremonia de investidura de doce aspirantes ilustres a caballeros del Serenísimo Capítulo del Vino, celebrada en Hostalric (Barcelona), entre los muros de una fortificación medieval, de vida azarosa y aire un tanto castrense y romántico, recuperada en 1967 por el padre de su actual dueño, Joaquín Gay Montellá, quien casualmente preside este año el citado Capítulo.
Había llevado conmigo el cuaderno de notas que me regaló Amalia, que llamaba la atención de los curiosos asistentes al acto, bien vestidos todos, incluso yo, debo admitir.
Entre los elegidos figuraba Rosa María Esteva, una empresaria barcelonesa, hermana de su adorado Jacinto, hombre de letras que decidió morir joven por la vía rápida, hace ya unos cuantos años. Rosa es una mujer dinámica y valiente, dotada para los negocios. Tiene un famoso hotel en Barna, el Omm de resonancias budistas, y muchos restaurantes y bares repartidos por la ciudad condal y hasta en Madrid: Tragaluz es el mascarón de proa, pero enfrente se encuentra El Japonés. Me han  hablado muy bien de El Chino, Agua, Lobo... En Madrid, Bar Tomate, frente al Embassy, un local que resuena al espionaje que proliferó entre la guerra civil española y la segunda guerra mundial, cerca del Paseo de la Castellana.
En la introducción, un locutor alto y apuesto (así, en sentido literal y convencional) nos desasnó en relación al castro. Durante la Guerra de la Independencia contra los franceses, alias gabachos, Hostalric fue el último sitio que éstos abandonaron, ya en 1814. No se querían ir. Se nos informó que la población fue la primera de toda España que se rindió al enemigo. Gente de carácter práctico, sin duda. No como los borricos de los madrileños que no llegaron a rendirse jamás, lo que les costó unos famosos fusilamientos.
¡Qué bonito todo! La ceremonia fue de graciosa solemnidad, como corresponde a una idea de su primer caballero investido: Salvador Dalí. Lástima que en esos periódicos no se estilara poner fotos.
 Los miembros del Capítulo se hicieron esperar un ratito para aparecer radiantes, vestidos con largas capas púrpura forradas de armiño (sintético, ya que son, además, defensores de los animales) mientras una música de Verdi acompasaba el avance a la palestra.Ya se harán ustedes cargo de la escena con Dalí como inspirador.
Total, como iba diciendo, el tipo de voz engolada dio paso después al Heraldo, encargado de nombrar a los escogidos, uno por uno, para que comparecieran, cargados con la pesada púrpura, a recibir la medalla (de un par de arrobas de peso también) y el golpecito en los dos hombros que los iba consagrando. El primero en comparecer y al que tocó la responsabilidad de decir un discurso, fue LG. Con una pasmosa calma, serio como si la cosa lo fuera, ajeno a la tentación de tomar una actitud de broma, dijo sus palabras, ayudándose en Velázquez ("Los Borrachos"), Platón y Sócrates (El Banquete) y otros argumentos de creación personal que encandilaron al público que respondió con aplauso atronante.
Otro de los engalanados era el Conseller de Agricultura de la Generalidad de Cataluña, al que se trabó la capa, dando la impresión de que se resistía a devolverla, el muy pillín.
Con sus medallas y sus diplomas, los muy serenísimos caballeros y dama, junto con el respetable que abarrotaba la sala noble del castillo, nos disposimos a dar buena cuenta de una soberana cena regada de caldos de rechupete, como podrán ustedes suponer, que arruinaron los mejores deseos de mantener una dieta de reducción de michelines. La vida.

domingo, 6 de junio de 2010

Colosos en el molino

El Molino ha recibido una visita muy grata. El escultor Javier Corberó, adalid de colosos de piedra, y Natalie, una británica nacida en Hong Kong, de madre cubana, han paseado y admirado la primavera que brilla en el Molí. Fuera, el sol castigaba a muchos grados de temperatura, creando una sensación de agosto, fuera de lugar en este junio recién abierto. El tránsito a la panza del molino, fresca y umbría, se agradecía mucho.
Javier, un hombre raro, singular, divertido, sin posibilidad de duplicado, ha sido gran amigo de Antonio Gades (foto de la derecha), aquel bailaor que se casó con Marisol: "dos niños explotados", como resume bien el escultor. Tanta fue su amistad que ambos se confundían y resultaba difícil distinguirlos. Una vez, Javier se llevó el pasaporte de Gades y cruzó la frontera sin ningún problema. ¿Te equivocaste de documento?, le pregunté. No, qué va; nos apostamos a que no se darían cuenta los policías, y no se enteraron del cambiazo.
Contar las cosas de Corberó no tiene gracia. Porque, en lo narrado entra su voz y su acento, su calidad de voz y sus ademanes, la expresión de sus ojos. Pero es una tentación. En otra ocasión, me dice, una vez que se había enfadado con su esposa de entonces, y decidieron no hablarse, le pidió a gades que lo sustituyera un par de días: "Tú te estás calladito, sin decir nada, y pululas por la casa sin  hacerte notar mucho". Y así lo hicieron. Y pasaron esos dos días sin que la dueña echara en falta al auténtico gitano. El caso es que Gades tenía los ojos azules, frente a la negrura azabachesca de Javier. Esto demuestra que es más el aire, el alma, que los rasgos físicos, lo que nos acerca o aleja de otra persona.
Sí, la piel de la cara de Corberó es agitanada, y los ojos, y los labios y las maneras. Es un caballero gitano de alta cuna, de mirada certera y sensibilidad artística poco comunes. En Nueva York, tomó un taxi que iba conducido por un sigh, con su turbante y toda la pesca, quien le preguntó si en España la gente era como él o eran más blancos. Se encontraba muy a gusto el taxista con un pasajero de tez tan pareja.
Corberó recibe a jóvenes artistas en su casa aldea de las afueras de Barcelona y les muestra algunos trabajos. "Si veo que ven, les dejo estar más y les enseño cosas; si veo que no ven los largo pronto con cualquier excusa". Para estar en la vida como se debe hay que ver; mirar y ver. Un artista, sobre todo; pero también cualquiera que no quiera morirse sin haberse enterado de casi nada.
El Molino se ha sentido muy honrado con esta visita. Ha soñado con alojar colosos en el jardín. Ha crecido y se ha relajado un poco. Lleva una temporada algo nervioso por la crisis.