miércoles, 27 de abril de 2011

Murió mi Nikon

Quizás, si en vez de una Nikon me hubiera comprado una Canon, que a fin de cuentas es un templo muy importante de Tokio, la cámara me habría durado más años. La compré hace unos diez años, tampoco es tan vieja, aunque su aspecto y lo pequeño de la pantalla contradigan esta idea mía. Al principio, creí que se trataba de la batería, pero no; me han asegurado unos que saben que la batería está bien. Cuando la meto en la cámara, ésta no reacciona de ninguna manera. Una vez sí lo hizo: sacó el objetivo y en la pantallita apareció un anuncio en rojo (no sé por qué carallo se empeñan en escribir cosas en rojo, un color imposible para los que vamos perdiendo vista): "Atención: batería agotada". De modo que le he dicho, sin miramientos (aunque mirándole a los ojos): "Atención: cámara agotada", de puritito cansancio de vivir.
¿Y ahora, cómo hago yo mis fotos?

jueves, 21 de abril de 2011

El aprendiz de mirlo



Anoche, cuando regresábamos de Barcelona, donde habíamos echado el día, nos encontramos con un pollo de mirlo a la puerta de la casa, acurrucado, junto a la madera; parecía una piedra. Los perros, que me seguían en busca de un trozo de mortadela -su premio favorito- ni habían reparado en él, por suerte.
Intenté llevarlo a un sitio seguro, sin que su cuerpecito se rozara con mi piel, pues los adultos lo rechazarían si llegan a percibir olor a humano, tengo entendido. No hubo suerte, el polluelo se deslizó por entre el tronco abierto de la vieja acacia y se perdió bajo las hojas de las violetas, a sus pies. No quise insistir porque sé que los terrícolas acabamos estropeándolo todo por muy buena intención que nos mueva. Fíjense, si no, en la ensalada de Libia (va con ironía).
Me fui a la cama un poco triste por la suerte que corriera el pollito de mirlo al tener que pasar la noche ahí fuera, sin la defensa de sus padres, al albur de culebras, búhos, gatos salvajes, mustélidos, ratas y otros habitantes de la noche. Por eso me llevé una grata sorpresa esta mañana, al verlo tan pimpante, quietecito en el suelo del jardín. Y mejor aún, esta tarde, al sorprender al mirlo ya sobre el poyete de la fuente, acompañado de un progenitor, haciendo malabares para acelerar las clases de vuelo. Bien, me dije; a veces la naturaleza es compasiva y compensa las tragedias producidas por la mano humana constantemente.
 En cuanto a mis actividades agrícolas, he de decir que mi bancal avanza despacio pero imparable. Ya he plantado semillas de apio, chirivías, rúcula, peregil y rabanitos. Lo he protegido con plástico para que los pájaros no se zampen las ricas semillas. De vez en cuando hay que abrir el plástico para que se ventile . Esta noche hay anunciada lluvia, de modo que he vuelto a taparlo. No quiero que la rabia del agua disperse las semilllas, apenas tapadas por un milímetro de mantillo. Pongo velas a Santa Rita para que salgo algo, aunque sólo sea peregil. Bueno, y chirivías. Mañana les pongo la foto que hoy se me ha hecho tarde.

sábado, 9 de abril de 2011

Las siete diferencias



La voz transparente de Kiri te Kanawa llena el espacio que va desde el jardin hasta el teclado de mi PC, como si ese timbre de ángeles se aliara con los rayos del sol, amagando entradas y salidas por las ventanas, en un juego propio de la siesta del fauno.

He querido fotografiar esas ventanas, la semisombra veraniega de la mañana, el aroma de las primeras lilas y peonias, la placidez de Kenia sobre mis piernas, el calor de su cabeza cuando roza mi brazo derecho, manos sobre el teclado. A Kenia le encantan las lieder de Strauss que suenan por Radio Clásica.

Ando a la espera de conocer el resultado del referendum islandés, pero me acabo de enterar de que no habrá resultados hasta el domingo por la mañana. No importa; no hay prisa.

Pero no me demoraré en esta entrega, porque me quedan lecturas varias de diarios y un catálogo de Xavier Corberó, de quien ya les tengo informados.

En cuanto al bancal, va despacio pero seguro.En esta foto, podrán comprobar varias diferencias con respecto a la fotografía anterior:
1. Como Sergi no está, la ventana de su cuarto permanece cerrada.
2. Hay más tierra en el bancal, ya casi lleno y protegido con plásticos para que no se me llene de hierbajos.
3. El pequeño huerto está rodeado por una malla para evitar que los jabalíes se zampen las plántulas (aunque en esta foto, aún no estaba acabado el corralito).
4. Que se ha tenido que talar el pino -buahh- porque amenazaba a higueras y casa.
5. Que he tenido que rodear con un alambre las cerámicas porque no me quedaron muy allá sólo con los pinchos de hierro, jo.
Y así.

Hombre, qué bien: ahora empieza una ópera bufa de Rossini.