martes, 26 de agosto de 2014


He tenido que hacer una batida de limpieza en el apartamento porque persistía un cierto olor desagradable, de modo que me he pertrechado de los aperos necesarios y la he emprendido con cada rincón del horno, el fregadero, el frigorífico, el sofá, etc., etc.
Patti Smith me ha estado acompañando desde el tocadiscos hasta que percibí algo de malestar en el ejercicio del fregoteo. Era Patti. Su música me irritaba; mejor dicho, las letras, muy ajustadas a la mala organización humana que desperdiga infelicidad por todas partes del planeta, por no saber ni querer facilitar el bienestar. Por no desear más que la acumulación de riquezas y el desprecio por el ser humano. Por no saber más que organizar guerras con las que enriquecer patrimonios nacidos y alimentados con la infamia.
Así que saqué el disco de Patti y metí el Réquiem Alemán de Brahms. Y se lo dediqué a los avariciosos, a los dañinos, a los que disfrutan causando dolor, a aquellos que olvidan constantemente que su destino es la muerte. Escuchad estos minutos del Sind die da Leid tragen. Sin prejuicios. Con los ojos cerrados. Volumen.



miércoles, 6 de agosto de 2014

Un toque de melancolía


Dos sillas vacías, debajo de la glicina, cuando cae la lluvia sobre el agua del estanque, una tarde de verano, tienen el poder evocador del paso del tiempo, de la modificación de las situaciones. Un antes y un después. Hace dos minutos, un joven y su madre charlaban quedito, tableta en ristre, sobre cómo tomar una foto de los kois que evolucionaban bajo sus pies. Un trueno descomunal anunció la inmediata lluvia que cayó como un torrente sobre el Molino. Y ahí quedaron las sillas abandonadas, en silencio.