Con la llegada de la primavera, a pesar de que los fríos se resisten a abandonar el campo de batalla (hum, no debería hablar así, tal como está el patio arábigo)lo que apetece es dar un buen paseo después de comer y de leer los titulares de los diarios. De modo que Luis y yo nos hemos animado a convertirlo en costumbre. Un día hizo un buen sol, el siguiente, nos mojó la lluvia y al otro, el viento resultó bastante desagradable, pero no hemos cejado en el empeño.
Así que, el día de sol me animé a cargar con mi vieja cámara. Pensé que podría merecer la pena, a pesar de que produce cierta pereza mental porque siempre piensas que ya lo has visto todo y que ese paisaje tan pateado y tan contemplado no puede ofrecerte sorpresas. Es tan humano equivocarse constantemente...
El camino hacia el Carrigó, una especie de prado donde crece el cereal, resultó agradable. Buscábamos a Ana, una chica del pueblo que cultiva hortalizas ecológicas y las vende en su casa a quien quiera acercarse a comprarlas. Pero, Ana ya no está allí, nos dijeron. Está a punto de parir y se ha mudado. Vaya, me alegro por Ana pero adiós a mis lechugas ecológicas.
Cuidado con la astenia primaveral.