El misterio es dónde habrá terminado el haba y a quién le tocaría. La tradición dice que si te toca el haba, tienes que ocuparte tú del siguiente roscón, el de los Reyes próximos. Para mí que ha habido silencio por parte del afortunado o afortunada que lo encontró. Y, sin embargo, se trata de un hallazgo valioso.
Desde que alguien me leyó -¿o lo hice yo misma?- el cuento de las habas mágicas y el gigante ogro del que apenas me acuerdo, esa leguminosa me resulta atractiva, no tanto para comerla, que también, cuanto para guardarla, oscura y sobada, en algún bolsillo donde pueda encontrarme con ella por sorpresa.
Confesaré que había sustituido el haba estaba por una judía roja, que era lo único que tenía en la despensa cuando metí las sorpresas en el bollo. No creo que me tome mucho tiempo desentrañar el misterio, pero sospecho que la sustitución del fruto puede tener algo que ver con su desaparición.
El roscón estaba rico.
5 comentarios:
Te salió perfecto! Creo que me habría dado pena empezarlo… lo del la habicholilla roja debió de ser bastante desconcertante para quien se la encontrara, Elvira; cómo no se te ocurrió otra cosa? Tampoco sabía que el haba era tradición.
Queda algo de esa delicia?
El caso es que no tenía otra cosa, Estrella. Y ahora que lo pienso, debió de encontrarla mi vecino, Sergi, al que dí un buen trozo de roscón para el desayuno. El muy pícaro, no me dijo nada, porque sabe, como buen catalán, que al que le toca el haba le toca pagar el siguiente roscón.
No queda nada de nada, pero si la providencia me concede vida y ganas, lo intentaré al año que viene, anónimo. Y está usté invitado.
Publicar un comentario